![]() Estudio 3: La esperanza puesta en la promesa Texto Bíblico: Génesis 11:30 “Mas Saraí era estéril, y no tenía hijo”. El primer aspecto que resalta la escritura sobre Sara fue su estado de esterilidad, como vimos en el versículo anterior. Por ello en este estudio vamos a entrar en detalle en esa circunstancia de la vida de Sara, circunstancia que vivió por casi toda su vida y por la cual se desarrollaron muchas otras. Pero si estudiamos la Biblia encontramos que el caso de la esterilidad de Sara no fue un caso aislado ni único, tal como lo es en nuestros días. A continuación veremos algunas otras mujeres de la Biblia que estuvieron en esta misma condición. · Rebeca: “Y oró Isaac a Jehová por su mujer, que era estéril; y lo aceptó Jehová; y concibió Rebeca su mujer. …Cuando se cumplieron sus días para dar a luz, he aquí había gemelos en su vientre. …Y era Isaac de edad de sesenta años cuando ella los dio a luz”, Gen. 25:21, 24, 26. · Raquel: “Y vio Jehová que Lea era menospreciada, y le dio hijos; pero Raquel era estéril”, Gen. 29:31. “Y se acordó Dios de Raquel, y la oyó Dios, y le concedió hijos. Y concibió, y dio a luz un hijo, y dijo: "Dios ha quitado mi afrenta’; y llamó su nombre José, diciendo: "Añádame Jehová otro hijo" Gen. 30:22-24. · La esposa de Manoa: “Y había un hombre de Zora, de la tribu de Dan, el cual se llamaba Manoa; y su mujer era estéril y nunca había tenido hijos. A esta mujer apareció el ángel de Jehová, y le dijo: ‘He aquí que tú eres estéril, y nunca has tenido hijos; pero concebirás y darás a luz un hijo”, Jue. 13:2-3. “Y la mujer dio a luz un hijo, y le puso por nombre Sansón. Y el niño creció y Jehová lo bendijo” Jue. 13:24. · Ana la esposa de Elcana: “Y tenía él dos mujeres; el nombre de una era Ana, y el de la otra, Penina. Y Penina tenía hijos, mas Ana no los tenía” 1 Samuel 1:2. “ella con amargura de alma oró a Jehová, y lloró abundantemente. E hizo voto, diciendo: Jehová de los ejércitos, si te dignares mirar a la aflicción de tu sierva, y te acordares de mí, y no te olvidares de tu sierva, sino que dieres a tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré a Jehová todos los días de su vida, y no pasará navaja sobre su cabeza”. 1 Samuel 1:10-11. … y Jehová se acordó de ella. Aconteció que al cumplirse el tiempo, después de haber concebido Ana, dio a luz un hijo, y le puso por nombre Samuel, diciendo: Por cuanto lo pedí a Jehová" 1 Samuel 1: 19-20. · Elisabeth esposa de Zacarías: “Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías, …. y se llamaba Elisabet. Ambos eran justos delante de Dios, y andaban irreprensibles en todos los mandamientos y ordenanzas del Señor. Pero no tenían hijo, porque Elisabet era estéril, y ambos eran ya de edad avanzada”, Luc. 1:5-7. “Después de aquellos días concibió su mujer Elisabet, y se recluyó en casa por cinco meses, diciendo: "Así ha hecho conmigo el Señor en los días en que se dignó quitar mi afrenta entre los hombres ” Luc. 1:24-25. Así pues vemos como a través del relato bíblico encontramos la esterilidad siendo parte de la vida de muchas mujeres. Conozcamos un poco más sobre este tema, según el Wikipedia “La esterilidad es una cualidad atribuible a aquellos organismos biológicos que no se pueden reproducir, bien sea debido al mal funcionamiento de sus órganos sexuales o a que sus gametos son defectuosos. Las causas de la esterilidad son diversas y varían en función del sexo. Estas causas se deben en un 65% de los casos a causas femeninas, otro 25% de las veces a causas masculinas, un 10% de las veces a causas que no son ni masculinas ni femeninas sino que son combinadas .Por último, existe un 15% de casos en los cuales aparece una esterilidad y no se descubre una causa etiológica y es lo que llamamos Esterilidad sin Causa Aparente, conocida por la sigla ESCA. Sin embargo, algo que ocurre frecuentemente es que exista más de una causa que desemboca en la esterilidad y se suman más de una causa femenina asociada a una masculina. No debemos pasar por alto la edad como causa de infertilidad. Es más causada en mujeres que en hombres, debido a que durante la vida de una mujer, el número de óvulos está determinado desde el nacimiento, perdiéndose un número considerable hasta la llegada de la pubertad. En cambio, durante la vida de un hombre, los espermatozoides están en continua formación. Por todo ello, está estandarizado que la vida fértil de una mujer disminuya a partir de los 35 años, llegando a un pico importante a la edad de 40 años. Para los hombres, se ha visto que la edad también les influye, pero en menor medida y los estudios al respecto tampoco reflejan nada claro. Debido a este problema de la edad, cada vez son más frecuentes las visitas a técnicas de reproducción asistida, FIV y similares en parejas con síntomas de infertilidad. En nuestros tiempos, debido a factores socioeconómicos, la gente cada vez se estabiliza más tarde y tienen hijos a edades más avanzadas. En cuanto al hombre, una de las causas frecuentes es de origen genético, otras causas pueden ser la producción de una cantidad de semen por debajo de lo necesario para fecundar el óvulo, la movilidad defectuosa de los espermatozoides aunque su número sea adecuado, la obstrucción de los conductos por los que transitan, la disfunción eréctil, secuelas de enfermedades como las parotiditis, o fiebre urliana, varicocele, radiaciones nocivas (ionizantes y no ionizantes), el cafeísmo y el alcoholismo”. Según estudios la infertilidad afecta a más de 80 millones de personas alrededor del mundo, 1 de cada 10 parejas experimentan algún tipo de infertilidad y/o esterilidad (ausencia de embarazo en 12 meses de relaciones sexuales no protegidas). Pero indaguemos un poco más sobre la esterilidad de Sara, la esposa de Abraham. La Biblia no menciona nada sobre las causas de su esterilidad, solamente sabemos que ella sufría mucho, de la misma manera que muchas mujeres que atraviesan por lo mismo. En el corazón de la mayoría de las mujeres está el deseo ferviente de ser madres y Sara no era la excepción. Ella había anhelado eso toda su vida, y cuando supo por boca de su esposo que Dios le había prometido hacerle padre de una gran nación, su corazón no pudo estar más complacido, aunque en ese momento ella era ya de edad avanzada y desde su perspectiva humana su condición de esterilidad era una gran amenaza. Sin embargo, en Génesis 15:7-21, El Señor repitió y amplió su promesa a Abraham, ratificando formalmente el pacto. Un pacto que Dios estaba haciendo con esta familia de manera unilateral y soberana. Por momentos, Sara seguramente perdía las esperanzas, ya habían pasado 10 años desde que salieron de Ur de los caldeos, ella ahora tenía 75 años, era posmenopáusica y aún la promesa no se hacía realidad. Pero Dios estaba esperando su tiempo y su voluntad, su plan era que Sara tuviera su hijo en la vejez, cuando ya toda posibilidad natural se hubiera agotado y con ella la esperanza, para que Su Gloria fuese manifestada de manera grandiosa. En uno de esos momentos de desesperanza de Sara, y considerando sus circunstancia naturales, ella ideó un plan que estaba totalmente fuera de la voluntad y el propósito de Dios. Se le ocurrió ¨darle una mano a Dios¨ y emprender por ella misma, el cumplimiento de la promesa de Dios para Abraham. Tomo a su criada Agar y la dio a su esposo para que de ella surgiera la descendencia de Abraham, "si iba a tener hijos y ella no podría dárselos de alguna manera tendría que tenerlos". La Biblia nos relata todo lo que paso con esta torpe y pecaminosa iniciativa de la que no solo ella fue participe sino su propio esposo. Cada participante en esta historia acarreo sus propias consecuencias, consecuencias tan funestas que llegan hasta nuestros días. Sin tratar de justificar a Sara, lo que ella tenía hasta ahora era una promesa, que había oído de parte de su esposo, pues directamente a ella no le ha sido manifestado nada aún. Su frustración y dolor seguían latentes en su corazón, pasaban los años y con ellos quizás tal vez su esperanza. Ismael hijo de Agar y Abraham, tenía ya trece años, Sara era una anciana de ochenta y nueve años y su esposo Abraham estaba a punto de cumplir los cien años. A esa edad toda esperanza natural de concebir a un hijo estaba completamente desechada y anulada, aun en nuestros días cuando la tecnología y la ciencia médica se han desarrollado en gran manera permitiéndole a la pareja estéril acudir a una gran variedad de métodos, concebir un hijo a esa edad es imposible. Para Sara habían pasado veinticuatro años desde que llegaron a Canaán, obedeciendo al llamado de Dios y por lo tanto los mismo años desde que Dios hizo su pacto. Ella había abrigado esa esperanza por tanto tiempo, y su fe en aquel Dios que le había prometido, seguía estando allí en su alma. Quizás para muchas mujeres en la actualidad considerar guardar esa esperanza por tanto tiempo, simplemente no fuera posible, pero es allí donde vemos lo especial del carácter de Sara. La Biblia nos relata en Hebreos 11:11: “Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien lo había prometido”. En Génesis 18:9-15 vemos como una vez más el Señor confirma la promesa a Abraham, esta vez Sara está escuchando todo, su corazón tendría que haber saltado de gozo, la felicidad le debió haber inundado todo su ser, tanto que la Biblia dice que ella se rió, pero esa risa pudo haber sido del mismo gozo y asombro más que de duda. Génesis 21: 1-2 nos declara: “Visitó Jehová a Sara, como había dicho, e hizo Jehová con Sara como había hablado. Y Sara concibió y dio a Abraham un hijo en su vejez, en el tiempo que Dios le había dicho”. De esta manera maravillosa vemos como el Dios de pactos, de promesas, el creador y gestor de la vida, cumplió su promesa. Sara dio a luz a Isaac y Abraham se convirtió en el padre de una gran nación. La vida de Sara y su fe puesta en el Dios Fiel y Verdadero, son ejemplo y consuelo para muchas mujeres y hombres, que están pasando por una circunstancia similar. Lidiar con la presión que este mundo impone, con el deseo natural de ser padre, y tratar con ese conflicto entre la fe, la esperanza y la razón es a veces tan difícil de sobrellevar que se convierten en una pesada carga. Pero Dios nos anima a seguir adelante poniendo la vista solo en Él, esperando y confiando en su soberana, pero siempre buena, agradable y perfecta voluntad. Tal vez en Su voluntad está el hacerte madre o padre, pero quizás para ello debas esperar como Sara por un largo, largo tiempo o quizás no tanto; pero también hay que considerar la posibilidad de que tal vez en la voluntad de Dios está que nunca llegues a serlo. Pero si eres hijo(a) de Dios, debes aprender a descansar en su voluntad. Dirás que suena fácil decirlo, pero sabemos que no lo es, pero quienes somos para saber qué es lo mejor para nosotros, si solo Él es el dueño de la vida. Su palabra dice en Filipenses 4:6: “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias”, y en Proverbios 3:5-6: “Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas”. En los ejemplos que mencionamos al inicio de este estudio, vimos como a todas esas parejas Dios les concedió su petición de ser padres, realizando verdaderos milagros, puedes esperar tu milagro, pero si no llega, pídele a Dios que te de la sabiduría para reconocer cuando el definitivamente te está diciendo que No. Que no se afane tu corazón, descansa en el Amado Señor, toma consejo de Él, antes de iniciar un camino confiando en tu propia sabiduría, y no permitas que ninguna raíz de amargura invada tu corazón. “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados” Romanos 8:28.
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![]() Texto Bíblico: 1 Pedro 3:6 “como Sara obedecía a Abraham, llamándole señor; de la cual vosotras habéis venido a ser hijas, si hacéis el bien, sin temer ninguna amenaza”. El diseño original de Dios fue que Adán fuera creado primero, luego en Génesis 2:18 “Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él”. De modo que creo a Eva para que ayudara a Adán en el gobierno de un mundo perfecto, no contaminado. Asombrado Adán cuando se encontró con su esposa Eva, declaró en el vr.23 “Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada”. En ese mismo momento Adán supo que esa mujer era su compañera perfecta, no vio nada en su carácter que pudiera ser deficiente, porque tanto este como su actitud eran puros. Ambos estaban en un estado puro, sin contaminación, perfectos. Como vemos en el relato bíblico Adán fue creado primero y por lo tanto a él se le dio el liderazgo sobre la mujer y la creación. Esto lo podemos constatar en el hecho de que fue Adán quien puso el nombre a Eva, y ese era un privilegio que en el Antiguo Testamento era otorgado a los que tenían autoridad. Pero aún así, su relación original era tan pura y perfecta, que su liderazgo sobre Eva era una manifestación de su profundo amor hacia ella. El uno vivía para el otro en cumplimiento perfecto del propósito para el que fueron creados y bajo la perfecta provisión y cuidado de Dios. Eva no fue diseñada para que fuera superior a Adán, pero tampoco para que fuera una esclava, su relación era perfecta, el hombre como cabeza dispuesto a proveer para la mujer, y ella deseosa de someterse a él. Pero todo este panorama perfecto y maravilloso cambio, a causa del pecado y por supuesto la maldición que este trae. El hombre y la mujer pecaron, desobedeciendo a Dios Génesis 3:1-7 nos describe toda la situación. Eva se apartó de la protección y liderazgo de Adán y sucumbió a la tentación presentada por la serpiente, Adán por su lado se dejó persuadir por su mujer y sucumbió a la usurpación de su liderazgo por parte de Eva. Ambos fueron culpables, y ambos junto con la serpiente acarrearían las funestas consecuencias de su desobediencia. Desde ese momento el diseño original de Dios para la relación matrimonial nunca ha sido lo mismo. Dijo Dios a la mujer en Génesis 3:16 “A la mujer dijo: Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces; con dolor darás a luz los hijos; y tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti (gobernará sobre ti) “. Con la caída y su maldición vino la distorsión de la sumisión correcta de la mujer y de la adecuada autoridad del hombre. Ahí es donde comienza la batalla de los sexos, donde nacieron los movimientos liberacionistas de la mujer. Solo una manifestación de gracia en Cristo a través de la plenitud del Espíritu Santo puede restaurar el orden creado y la armonía de la correcta sumisión en una relación. La humanidad está en lucha constante entre el poder del hombre y la mujer, los feministas defienden la igualdad de género y las mujeres tristemente han hecho eco de sus satánicas teorías, dejando sus hogares y su responsabilidad delante de Dios, han caído presas de la seducción del poder de ser igual al hombre, pero como vimos antes, el pensamiento de Dios, el creador de la vida y el diseñador del hombre y la mujer, fue completamente distinto. Así pues que la autoridad y sumisión son elementos característicos tanto de la creación como del Creador. La biblia dice en 1 Corintios 11:3 “Pero quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo”. El Señor Jesucristo se sometió a la voluntad de Dios su Padre y a través de esa sujeción se llevó a cabo la redención de la humanidad, de no hacerlo, el mundo seguiría perdido y sin esperanza. Si los seres humanos desconocen está verdad y no se someten voluntariamente a Jesús, como Señor y Salvador, están despreciando la gracia y la provisión de Dios para sus vidas. Porque Cristo es la cabeza de todo hombre y sin sujeción a esa cabeza, el hombre está destinado a la subordinación de su vida al poder de Satanás. En Efesios 5:21-24 la Biblia dice “someteos unos a otros en el temor de Dios. Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo”. En el versículo 21 la instrucción es general “someteos unos a otros”. El vocablo “someteos” es la traducción del término griego hypotásso. Originalmente dicho vocablo era una expresión militar que quiere decir “colocar” o “poner en orden”. Expresa el ceder los derechos a otra persona. La Biblia nos refiere varias maneras en las que debemos sujetarnos, como por ejemplo a las autoridades, a los pastores, a toda persona que esté en posición de autoridad sobre nosotros. Pero el interés particular que nos trae aquí es el la sumisión que la Palabra de Dios manda a la mujer respecto de su marido. Hemos visto pues que el varón debe sujetarse a Cristo quien es la cabeza, a su vez la mujer debe sujetarse al hombre a quien en el diseño perfecto de Dios le fue dada la autoridad sobre la mujer, y en el hogar. En el estudio de este tema, hemos encontrado a través de la historia que no solamente en el mundo sino que también en la misma iglesia la gente ha distorsionado, atacado y mal interpretado este tema, porque se han dejado influir por las corrientes feministas y machistas que no se quieren ajustar a los mandamientos de Dios, y se han hecho su propia interpretación de lo que dice la Escritura, acomodando la palabra de Dios a su vida, sus caprichos, su pecado. Pero regresando al asunto de “estar sujeto”, recordemos que eso significa “ceder o renunciar a sus derechos”, sin perder su esencia o valor. Pero esta acción debe ser voluntaria, para la esposa cristiana el someterse a su esposo, declara que ella quiere hacer la voluntad de Dios, por encima de la suya propia. Por su lado el esposo no debe trata a su esposa como una esclava, o como alguien inferior, porque delante de Dios, ambos tienen el mismo valor, pero con roles y diseños completamente diferentes. Cuando una esposa se somete voluntariamente a la autoridad y liderazgo de su esposo; en última instancia lo que está haciendo es sometiéndose al Señor. “Una esposa que response voluntaria y amorosamente a la sumisión, honra a Dios, a su esposo, a su familia, a su iglesia y así misma. Además se convierte en un hermoso testimonio del Señor delante de un mundo vigilante”. Pastor John MacArthur Cuando la esposa no se somete o lo hace de manera incorrecta, lo que está demostrando es una deficiencia en su relación espiritual, porque su voluntad y su pensamiento están siendo puestos por encima de la palabra de Dios y su voluntad. Pero si analizamos el versículo de1 Pedro 3:6 “como Sara obedecía a Abraham, llamándole señor; de la cual vosotras habéis venido a ser hijas, si hacéis el bien, sin temer ninguna amenaza”. Podemos ver como para esta preciosa mujer, este aspecto estaba totalmente claro y no representaba ningún tipo de conflicto en su pensamiento. Durante todo el relato bíblico sobre la vida de Sara, vemos como ella siempre obedeció, siguió, y apoyo a Abraham su esposo, reconoció lo que Dios le había dado a él y a ella; siempre supo cuál era su papel dentro de su matrimonio. Nunca trató de imponer su voluntad, antes bien ella siempre se negó a sí misma, renunció a todos su derechos y fue tras su marido, donde el fuera ella iría, sin importar cuán lejos deberían llegar o cuanto trabajo esto requeriría. Ese aspecto del carácter de Sara, es digno de imitar y no debe ser ningún problema para toda mujer que ha sido regenerada, que ha sufrido un cambio en su corazón, un cambio de mentalidad, que no lucha en contra de la voluntad de Dios, antes bien ha hecho de la palabra de Dios su guía y su camino. Porque una mujer que ha sido lavado por la sangre de Cristo, es ahora una nueva criatura y ha vuelto por la gracia de Dios a su estado original, es decir al diseño original de Dios para ella. Ahora para esa mujer que ha nacido de nuevo, el hacer la voluntad de Dios, es su mayor delicia, y su mayor anhelo. El agradar al Dios que le ha salvado y quiere producir su carácter en ella, es su prioridad. La mujer de Dios se sujeta a su esposo, sin importar cuanto eso le cueste, cuanto debe luchar con todo lo que ha aprendido durante toda su vida, cuanto tiene que dejar, porque sabe que las bendiciones que el hacer la voluntad de Dios en su vida, la vida de esposo, de su familia, de la iglesia y de su comunidad no son comparables con nada. Romanos 12:2 “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”. La esposa cristiana debe estar siendo transformada a la imagen de Jesucristo y no acomodarse a las normas o moda de este mundo, y para ello necesita estar bajo el dominio del Espíritu Santo y eso solamente puede ser posible si está llena de la Palabra de Dios como dice Colosenses 3:16 “La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros….”. ¡Seamos hijas espirituales de Sara, siguiendo su ejemplo de sumisión, respeto y devoción hacia Abraham, su esposo! Referencia: MacArthur, J. (1994).Distintos por Diseño. Editorial Portavoz ![]() TEXTO: “Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien lo había prometido”. Hebreos 11:11 Introducción: Sara dentro del relato Bíblico es mostrada como la esposa sumisa, modelo perfecto de gracia piadosa y de mansedumbre; no obstante es también mostrada como una mujer impaciente, temperamental, maquinadora, celosa, entre otros aspectos negativos de su carácter. Pero nos detendremos a estudiar su vida porque sin lugar a dudas ella fue una mujer de fe, que en medio de su desesperanza creyó a Dios y a sus promesas. Trasfondo histórico: Texto Bíblico: Génesis 11:27-31 “Y tomaron Abram y Nacor para sí mujeres; el nombre de la mujer de Abram era Saraí, y el nombre de la mujer de Nacor, Milca, hija de Harán, padre de Milca y de Isca. Más Saraí era estéril, y no tenía hijo. Y tomó Taré a Abram su hijo, y a Lot hijo de Harán, hijo de su hijo, y a Saraí su nuera, mujer de Abram su hijo, y salió con ellos de Ur de los caldeos, para ir a la tierra de Canaán; y vinieron hasta Harán, y se quedaron allí”. Ur de los Caldeos era un Centro pagano en el sur de Mesopotamia, rico, populoso y sofisticado. Su era de mayor prosperidad material e intelectual fue en tiempos de Abraham. El gobierno de esa ciudad era una teocracia supersticiosa que supuestamente rendía culto al dios babilónico de la luna. Allí se edificó un gran “zigurat” (tipo de templo construido con el propósito de acercar el templo al cielo y se le consideraba a ese lugar la morada de los dioses). Ese país era un centro de idolatría constante y de ofensa a Dios; ese fue el lugar de donde salió Abraham con su esposa Saraí para ir a Canaán; obedeciendo a Dios como nos describe la palabra en Hechos 7:2-4 “Y él dijo: Varones hermanos y padres, oíd: El Dios de la gloria apareció a nuestro padre Abraham, estando en Mesopotamia, antes que morase en Harán, y le dijo: Sal de tu tierra y de tu parentela, y ven a la tierra que yo te mostraré. Entonces salió de la tierra de los caldeos y habitó en Harán; y de allí, muerto su padre, Dios le trasladó a esta tierra, en la cual vosotros habitáis ahora”. Porque en medio de tanta idolatría Abraham y su esposa Sara eran unos adoradores de Jehová, tal vez su conocimiento acerca del Dios verdadero le había traspasado a Abraham por sus antepasados. Mostrando de esa manera como el lugar y sus costumbres no siempre tienen que ser una influencia para nosotros los cristianos, y que podemos mantenernos fieles a Dios y a su palabra, sin adquirir sus costumbres o participar de sus pecados. Dios siempre ha apartado un grupo de creyentes llamado “remanente fiel”, para que le adoren y sean fieles aún en medio de las peores circunstancias. Su palabra dice en Juan 17:15-16: “No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo”. Su nombre: Saraí o Sara – En este momento, su nombre todavía es Saraí, el Señor se lo cambiaría más adelante (Génesis 17:15). En este caso, el cambio de nombre es sutil, pero significativo. Saraí significa “mi princesa”, en un ámbito más familiar y Sara significa “princesa”, pasando a un plano más general “princesa de muchos”. Sara era media hermana de Abraham, su marido. En Génesis 20:12 Abraham describe para el Rey Abimalec su relación con esposa. Tare era el padre de ambos. Sara era diez años más joven que Abraham y no se conocen los nombres de sus madres. Esa clase de relación marital entre medios hermanos no se consideraba de ninguna manera incesto. Puesto que Adán y Eva eran los únicos seres humanos a quienes Dios originalmente creó, fue absolutamente necesario que al comienzo algunos de sus descendientes se casaran con sus propios hermanos. Pero eso cambio mucho tiempo después en época de Moisés, cuando la Escritura prohibiera los matrimonios consanguíneos por causa de la acumulación de mutaciones genéticas en los genes humanos. Pero la Biblia, no nos habla nada sobre sus primeros años de matrimonio. Todo lo que sabemos sobre esa época de sus vidas es la dura verdad que azotaba la vida de Sara constantemente: “Mas Saraí era estéril, y no tenía hijos” (Génesis 11:30). ¡Esa sola declaración resume todo lo que la Escritura tiene que decir acerca de los primeros sesenta y cinco años de la vida de Sara! No es para sorprenderse que ocasionalmente presentara destellos de frustración y resentimiento. Muchas mujeres que como Sara pasaron o están pasando por esa misma circunstancia en sus vidas, se enfrentan en una lucha constante entre su fe, su esperanza, su paz y esos momentos de impotencia, dolor, desesperanza, amargura y rechazo. La mujer que está pasando por un tiempo temporal o permanente de esterilidad, tiene que estar firme en Dios, con su mirada y su fe sólida en Jesús, porque de no ser así sola nunca podrá vencer ese estigma que se le pone a la mujer que no puede procrear y cargará una vida llena de dolor y amargura, que le afectará no solo a ella sino todo el ambiente y las personas que la rodean. Dice la palabra: “Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados” Hebreos 12:15. Dios había elegido a Abraham para que fuera el padre de una gran nación que sería su testigo en el mundo. Israel, una nación comprometida totalmente con Dios. De su linaje de levantaría un Libertador, el Mesías. ¨Y en Él, todas las naciones del mundo serían benditas¨. (Génesis 18:18). Pero para que Abraham pudiera ser padre, necesitaría a Sara porque claramente siendo ella su esposa, tendría un papel fundamental en la historia toda vez que si el llegará a ser el patriarca de una gran nación, ella sería la madre de dicha descendencia. Sara era consciente de la promesa del Señor para su esposo Abraham y teniendo en cuenta su circunstancia de esterilidad, y de su ya avanzada edad (65 años), indudablemente que anhelaba ver cumplida esa maravillosa y esperanzadora promesa. Vemos a Sara acompañando a su esposo, siguiéndole con paciencia, obediencia, amor y sujeción. Ella emprendió un viaje junto a su marido, sin importar que esta vida de errantes y nómadas durará toda su vida. Adaptándose a las nuevas circunstancias, dejando su ciudad natal y la comodidad que esto representara, siguió a su esposo e hizo lo que este le dijo porque ella sabía cuál era el papel que Dios le había asignado a él, ir delante de ella, para guiarle, instruirle, proveerle, protegerla y amarle. Sara es un perfecto ejemplo de sumisión y respeto a su esposo. Efesios 5:33 “…. y la mujer respete a su marido”. Partieron esperando ella en su corazón que Dios cumpliera su promesa de hacerla madre. |
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