![]() Relato bíblico: 1 Samuel 1-2 La historia de Ana tiene grandes similitudes con la vida de Sara esposa de Abraham, tanto Ana como Sara eran mujeres que luchaban con el hecho de no poder tener hijos, lo cual hizo que sus esposos tomarán una segunda mujer para que les diera los hijos que ellas no podían. Ambas sufrieron de la bigamia de sus maridos y toda la tragedia que una circunstancia como esta conlleva en una familia. Las dos eran amadas por sus esposos pero humilladas y menospreciadas por la otra mujer. Los conflictos familiares estaban a la orden del día, sin embargo, a pesar de la amargura temporal que esto producía en sus vidas, estás dos preciosas mujeres nos enseñan sobre la fe verdadera y la confianza que debemos tener en Dios, el hacedor de milagros y maravillas. Vamos a concentrarnos un poco más en la vida de Ana, cuyo nombre significa “gracia”. Como vimos anteriormente, ella no tenía hijos y no porque no quería sino porque Dios no se los había concedido. Este hecho es de gran relevancia en esta época donde muchas mujeres están postergando el ser madres, poniendo por delante de la maternidad "su realización personal como mujer”. Es decir, para ellas primero es su carrera, el logro de sus éxitos profesionales, el tener una casa, viajar, estabilidad económica, en fin, ustedes podrán añadir a la lista todo lo que hayan vivido o hayan escuchado. Por eso hoy, muchas mujeres están optando por la maternidad pasados los 35 años, edad donde ya las posibilidades de quedar embarazada empiezan a disminuir y los riesgos se hacen mucho mayores a pesar de la tecnología existente (ejemplo procedimientos In vitro). Todo esto es parte del “movimiento feminista”, donde la mujer tiene el derecho de elegir todo en relación a su vida y en los términos en que a ella más le convenga. ¿No habrá Dios determinado ya en su Palabra el verdadero papel de la mujer y el aporte de ella a la vida familiar y social? La mujer ha sucumbido a las falacias de éste mundo caído y se ha conformado a ocupar un papel secundario. Podrán llamarnos machistas, pero creemos que no hay algo más precioso, un llamado más importante, honorable, transcendental, maravilloso y exclusivo en este mundo que el hecho de ser una madre piadosa. Una madre que no le importan “los logros” y los engaños de este mundo, que es contracultura y que se entrega por completo a la crianza de esos pequeñitos que Dios ha puesto en sus manos. Por otra parte, hay mujeres que como Ana están luchando con el hecho de ser madres y no cualquier tipo de madre, sino una madre como lo llegó a ser Ana. En el cumplimiento de ese sueño ella nos enseña mucho, Ana anhelaba ser madre, soñaba con ello, a veces como cualquier mujer que se encuentra en esa penosa circunstancia se sentía triste, 1 Samuel 1:7 “...por lo cual Ana lloraba, y no comía”. Es natural que ésto pasara, sin embargo, la Escritura no menciona que ella viviera en una amargura constante. Su esposo la amaba tanto y quería que ella se sintiera que él podía llenar el vacío de ese hijo anhelado. No obstante, a pesar de que ella lo amaba también, ese amor no era el sustituto de su anhelo de ser madre. En medio de su tristeza Ana buscó al Señor, lo vemos en 1 Samuel 1:10 “ella con amargura de alma oró a Jehová, y lloró abundantemente”. Muchas mujeres han sufrido este tipo de dolor, un dolor que penetra el alma, es un deseo, un anhelo que no llega, un dolor con el que se comparten los días, los meses y quizás los años y que no termina. Es una espera continúa, a veces con lágrimas y sollozos, otras tantas sin ellas. Pero lo verdaderamente importante es quién es tu consolador en esos momentos, quién es tu consejero, en quién haz puesto tu esperanza y confianza. Tanto Ana como Sara confiaron en Aquel que es Todopoderoso, porque en medio de nuestra incapacidad e impotencia Su poder y Gloria se manifiestan. ¿A quién encomiendas tu causa? Esperamos que como Ana en medio de tu dolor, angustia, tristeza y espera estés poniendo tu mirada en Dios. Que tu aflicción te acerque cada vez más a Él, porque en medio de esa dificultad solamente tú eres quien decide si sigues creyendo en Dios o si te resistes a Él. La oración y la petición de Ana eran constantes, “Mientras ella oraba largamente delante de Jehová…”. Ella sabía lo que era “orar sin cesar” (1 Tesalonicenses 5:17). Orar sin cesar no se refiere a una posición o tiempo específico determinados, sino más bien a un espíritu de oración constante, de comunicación y dependencia total de Dios, en todo tiempo y en medio de cualquier situación que estemos pasando. Que bendición es poder descansar y abrazar los pies del Maestro, derramar nuestras lágrimas delante de Él, sentir su consuelo, su amor, su bondad, con Él cualquier espera es posible. La Biblia nos muestra que la oración de Ana fue respondida y su deseo fue satisfecho. Ella tuvo su hijo a quien llamó Samuel, su querido y amado Samuel, pero ella había prometido al Señor que si le concedía esa petición, entregaría ese niño para Su servicio y así lo cumplió. Cuando estamos dispuestas a darle todo a Dios, podemos ofrecerle incluso hasta aquello que tanto anhelamos y deseamos, porque entendemos que todo lo que tenemos de Su mano lo hemos recibido. Que bello testimonio el de esta mujer. Después Dios le retribuyo ese hijo con tres hijos y dos hijas más. Porque Dios es así, soberano, dadivoso, generoso. Ana fue llena de la gracia de Dios y esa misma gracia fue la que hizo que ella se derramará en agradecimiento delante de Dios. En el capítulo 2 de 1 Samuel encontramos la Oración de Ana, allí Ana reconoce y exalta el poderío de Dios y reconoce su soberanía. Es más bien un canto de gozo y gratitud, vemos su corazón derramándose una vez más delante de su Creador. En esta ocasión no con llanto y dolor, sino con alegría, con una felicidad que le salta por todo su cuerpo, que inunda su alma y su espíritu por la inmerecida gracia que obtuvo de su Dios. Podemos decir que está historia tuvo un final feliz, pero y ¿qué de aquella historia que no tiene este mismo desenlace? ¿qué si a pesar de tu petición constante, fiel, sincera, no es respondida como tú quieres? ¿seguirías confiando en Dios y descansando en que Su voluntad es mejor que tu deseo? Esperamos que así sea, que Su Palabra sea tu sustento y cualquiera que sea la respuesta de Dios para aquello que le estás pidiendo puedas seguir confiando, descanso y amando al Señor. “Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis” (Jeremías 29:11). ¡A Dios sea toda la Gloria por siempre y para siempre! Dios les continúe bendiciendo…
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